Hay una pregunta que evidencia la angustia y el miedo cuando las circunstancias nos rodean sin esperanza, cuando pasa el tiempo y en vez de mejorar el estado de cosas, empeora; entonces un lacónico grito sale de nuestras entrañas y mirando al cielo exclamamos: «¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo?». Es el grito que anhela que cese la horrible noche.
Hoy en Colombia, como en los tiempos del profeta Habacuc (626 a de C), también gritamos a nuestro Señor «¿Hasta cuándo?», ¿hasta cuándo este gobierno seguirá dañando los cimientos?, ¿hasta cuándo la devastación seguirá viento en popa y la anarquía gubernamental cumplirá su agenda?
… y no vemos la respuesta, un silencio sepulcral del cielo nos agobia, hasta que aparece una voz para alumbrar en las tinieblas, «Saliste para socorrer a tu pueblo, Para socorrer a tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, Descubriendo el cimiento hasta la roca»
Selah
(Habacuc 3:13)
Entonces una nueva aclamación nos inspira y entonces una nueva palabrita nos anima en medio de la crisis, «Aunque». A pesar de todo seguirá desmoronándose «con todo» y eso, seguiremos «alegrándonos y gozándonos en el Dios de nuestra salvación». En esta noche colombiana nuestra esperanza ha de seguir siendo nuestro Dios, el constructor de la historia.
Esta reflexión está inspirada en la profecía de Habacuc.
«¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?»
Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar»
(Habacuc 1:2, 3:17-19)
alvarofernandezsanchez