Lee: Efesios 4:25-32
Estamos en la sección 4:25-32 de Efesios, mirando otro grupo de demandas expresadas en contrastes. Recordemos que el primer contraste fue: Mentira Vs Verdad
Ahora veremos el segundo contraste que hemos llamado:
“Ira Vs Calma”
Piensa según el versículo v. 26: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”,
· ¿Es válido sentir ira?
· ¿Qué es lo NO aceptable en relación a la ira?
· ¿A qué tipo de pecado te puede llevar a cometer la ira?
Según este versículo, el sol es un indicador de tiempo, es válido sentir ira, pero ¿cuánto tiempo debes albergar la ira o el enojo en tu corazón?
En el v. 27 leemos: “ni deis lugar al diablo.” Albergar la ira es darle lugar al diablo en nuestro corazón.
Un enojo sin resolver se convierte en resentimiento. Un resentimiento es una puerta abierta para que Satanás nos impulse a cometer un pecado mayor.
· ¿Tienes enojos sin resolver?
· ¿Por qué no los has resuelto? ¿Por qué has decidido guardar ese resentimiento?
· ¿Cómo te sientes en tu relación con Dios y con la persona al pensar en este resentimiento?
· ¿Has cometido otros(s) pecados impulsados por este resentimiento? ¿Cuál?
El texto nos invita, implícitamente, a conservar la calma. Paradójicamente, la ira y la calma, según este texto, se viven al mismo tiempo.
· ¿Has logrado tener calma en un momento de ira?
· ¿Cuáles son tus reacciones más comunes cuando sientes ira?
Toma un momento para orar y pedir perdón por este pecado. Toma la decisión de perdonar, pide la ayuda de Dios para que un sentimiento nuevo y puro surja de tu corazón.
Algunos hablan de contar hasta 10, respirar profundo, alejarse por un momento, no hablar…en un momento de ira para “no embarrarla”. Estas son “técnicas” que pueden ayudarnos
en determinado momento. Sin embargo, el texto nos habla de acciones que deliberadamente hacemos o no hacemos. Conscientemente “me enojo” y conscientemente “no peco” en un momento de ira. Nadie es responsable de lo que siento y hago en expresión de esos sentimientos, sólo yo. De ahora en adelante no puedo culpar a otros diciendo: “me hiciste enojar”, “por tu culpa pateé a mi mamá y le disparé a mi vecino”.
Son ejemplos exagerados, para mostrar que usualmente culpamos a los otros de nuestras propias decisiones y acciones después de sentir enojo.
Ora recordando las palabras de 2 Timoteo 1:7: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio
Por: Isabel Orozco